(Élder M. Russell Ballard, conferencia general de abril 2023 y sugerencias desde la Liahona marzo 2019)
La fe en Jesucristo es el fundamento de nuestro testimonio. Un testimonio es una confirmación de la verdad eterna que queda grabada en cada corazón y en cada alma por medio del Espíritu Santo. Un testimonio de Jesucristo, nacido del Espíritu y fortalecido por Él, cambia vidas; cambia la forma en que pensamos y cómo vivimos. Un testimonio nos dirige hacia nuestro Padre Celestial y Su Hijo divino.
Alma enseñó:
“He aquí, os testifico que yo sé que estas cosas de que he hablado son verdaderas. Y, ¿cómo suponéis que yo sé de su certeza?
“He aquí, os digo que el Santo Espíritu de Dios me las hace saber. He aquí, he ayunado y orado muchos días para poder saber estas cosas por mí mismo. Y ahora sé por mí mismo que son verdaderas; porque el Señor Dios me las ha manifestado por su Santo Espíritu”5.
No basta con tener un testimonio. A medida que crece nuestra conversión a Jesucristo, de manera natural deseamos testificar de Él: de Su bondad, amor y misericordia.
A menudo, en nuestras reuniones de testimonio los domingos de ayuno, escuchamos las frases “estoy agradecido” y “yo amo” más de lo que oímos las frases “yo sé” y “yo creo”.
Los invito a compartir su testimonio de Jesucristo con más frecuencia. Testifiquen de lo que saben, creen y sienten, no solo de aquello por lo que están agradecidos. Testifiquen de sus propias experiencias de llegar a conocer y amar al Salvador, de vivir Sus enseñanzas y de Su poder redentor y habilitador en la vida de ustedes. Al dar testimonio de lo que saben, creen y sienten, el Espíritu Santo confirmará la verdad a quienes escuchen sinceramente su testimonio. Lo harán, porque los habrán visto llegar a ser seguidores pacíficos de Jesucristo. Verán lo que significa ser Su discípulo. También sentirán algo que tal vez no hayan sentido antes. Un testimonio puro proviene de un corazón que ha cambiado, y puede ser llevado por el poder del Espíritu Santo al corazón de otras personas que estén abiertas a recibirlo.
Aquellos que sientan algo como resultado del testimonio de ustedes pueden pedirle al Señor en oración que confirme la veracidad de su testimonio. Entonces podrán saber por sí mismos. (M. Russell Ballard, conferencia abril 2023).
Cómo compartir el testimonio de manera más natural
Hemos hecho convenio de “ser testigos de Dios en todo tiempo, y en todas las cosas y en todo lugar” (Mosíah 18:9). El compartir nuestro testimonio es parte de ser testigo y es una forma poderosa de invitar al Espíritu Santo a tocar el corazón de alguien y cambiar su vida.
“El testimonio —el verdadero testimonio, nacido del Espíritu y confirmado por el Espíritu Santo— cambia vidas”, dijo el presidente M. Russell Ballard, Presidente en Funciones del Cuórum de los Doce Apóstoles1.
Pero compartir nuestro testimonio puede ser intimidante o incómodo para algunos de nosotros. Eso puede deberse a que pensamos en compartir nuestro testimonio como en algo que hacemos durante las reuniones de ayuno y testimonios o cuando enseñamos una lección. En esos entornos formales, a menudo usamos ciertas palabras y frases que parecen fuera de lugar en una conversación natural.
Compartir nuestro testimonio puede convertirse en una bendición más frecuente en nuestra vida y en la de los demás cuando entendemos lo sencillo que puede ser compartir lo que creemos en situaciones cotidianas. A continuación se presentan algunas ideas para ayudarles a comenzar.
Háganlo simple
Un testimonio no necesita comenzar con la frase “Me gustaría dar mi testimonio”, y no tiene que terminar con “En el nombre de Jesucristo. Amén” fuera de una reunión sacramental de testimonio. Un testimonio en cualquier lugar es una expresión de lo que creemos y sabemos que es verdad. Entonces, si conversan con su vecina en la calle sobre un problema que ella tiene y le dicen: “Sé que Dios contesta las oraciones”, eso puede ser tan poderoso como cualquier testimonio que compartan desde el púlpito en la Iglesia. El poder no viene del lenguaje florido; proviene del Espíritu Santo que confirma la verdad (véase Doctrina y Convenios 100:7–8).
Amóldense al flujo de la conversación natural
Si estamos dispuestos a compartir, hay muchas oportunidades a nuestro alrededor para introducir el testimonio en las conversaciones cotidianas. Por ejemplo:
Alguien les pregunta sobre su fin de semana. “Fue genial”, responden. “La Iglesia fue justo lo que necesitaba”.
Alguien les expresa compasión después de enterarse de un desafío por el que ustedes están pasando: “Lo siento mucho”. Ustedes responden: “Gracias por su preocupación. Sé que Dios me ayudará a salir de la situación. Él siempre ha estado a mi alcance”.
Compartan sus experiencias
A menudo hablamos unos con otros sobre nuestros desafíos. Cuando alguien les cuenta los problemas a los que se enfrenta, pueden compartir alguna ocasión en la que Dios les ayudó en sus pruebas y testificar que saben que Él puede ayudarlos a ellos también. El Señor dijo que Él nos fortalece en nuestras pruebas, “para que me seáis testigos en lo futuro, y para que sepáis de seguro que yo, el Señor Dios, visito a mi pueblo en sus aflicciones” (Mosíah 24:14). Podemos ser testigos de Él cuando testificamos de cómo nos ha ayudado en nuestras pruebas.
Estén preparados
Para algunos de nosotros, compartir el testimonio sin haberlo planeado antes puede ser intimidante. Hay maneras en las que podemos planear por adelantado y estar “siempre preparados para responder con mansedumbre y reverencia a cada uno que [nos] demande razón de la esperanza que hay en [nosotros]” (1 Pedro 3:15).
Primero, estar preparados puede significar considerar cómo vivimos. ¿Estamos invitando al Espíritu Santo a nuestra vida y fortaleciendo nuestro propio testimonio cada día mediante una vida recta? ¿Le estamos dando al Espíritu la oportunidad de hablarnos y darnos las palabras que necesitamos a través de la oración y el estudio de las Escrituras? Como aconsejó el Señor a Hyrum Smith: “No intentes declarar mi palabra, sino primero procura obtenerla, y entonces será desatada tu lengua” (Doctrina y Convenios 11:21).
Segundo, estar preparados puede significar mirar hacia el futuro y considerar las oportunidades que podrían tener ese día o esa semana para compartir su testimonio. Pueden prepararse para esas oportunidades pensando en cómo estas podrían darles la posibilidad de compartir lo que creen.
Manténganse centrados en el Salvador y Su doctrina
El presidente Ballard enseñó: “Aunque, como miembros de la Iglesia, podemos tener testimonio de muchas cosas, hay verdades básicas que debemos enseñarnos constantemente unos a otros y compartirlas”. Como ejemplos, enumeró: “Que Dios es nuestro Padre y que Jesús es el Cristo; que el Plan de Salvación se centra en la expiación del Salvador; que José Smith restauró la plenitud del Evangelio eterno de Jesucristo y que el Libro de Mormón es evidencia de que nuestro testimonio es verdadero”. Al expresar esas sinceras verdades, invitamos al Espíritu a dar testimonio de que lo que hemos dicho es verdad. El presidente Ballard hizo hincapié en que “el Espíritu no se puede restringir cuando se expresa el testimonio puro de Cristo”2.
El ejemplo del Salvador
Cansado por haber hecho un viaje a través de Samaria, el Salvador se detuvo para descansar en un pozo y allí encontró a una mujer. Comenzó una conversación sobre cómo sacar agua del pozo. La utilización de esa tarea cotidiana en la cual la mujer estaba ocupada le dio a Jesús la oportunidad de testificar acerca del agua viva y de la vida eterna que están al alcance de quienes creen en Él (véase Juan 4:13–15, 25–26).
TESTIFICAR...
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