Esta semana en Ven, Sígueme encontramos varios historias entre las que destaca el sueño de Jaboc y el final de la historia de este con su hermano Esaú. Vamos a extraer un modelo de paz de esta última historia (Génesis 25; 27; 32; 33).
En Génesis 25 nos encontramos con un conflicto familiar entre dos hermanos, Esaú y Jacob, los hijos de Isaac. Esaú vendió su primogenitura a Jacob por un plato de guisado (véase Génesis 25:30–31). Más tarde, siguiendo el consejo de su madre, Jacob se hizo pasar por Esaú a fin de recibir la última bendición de Isaac (véase Génesis 27:6–29).
Esaú se llenó de ira contra Jacob y juró matar a su hermano, quien huyó para vivir con su tío, Labán (véase Génesis 27:41–45). Con el tiempo, Jacob tuvo problemas con su tío y se vio obligado a regresar a casa (véase Génesis 31). Jacob sabía que eso significaba que debía confrontar a Esaú, quien tenía un ejército más grande. Temía por su vida y por la de su familia (véase Génesis 32:7–8).
El día que iban a encontrarse, Jacob envió cabras, camellos, vacas, ovejas y asnos como una ofrenda de paz. Luego se inclinó siete veces al acercarse a su hermano. Esaú reaccionó de un modo que Jacob no esperaba; lloró, abrazó a su hermano y le dijo que las ofrendas de paz no eran necesarias.
Jacob se conmovió por el amor de Esaú y respondió:
“No, yo te ruego, si he hallado ahora gracia ante tus ojos, acepta mi presente de mi mano, pues he visto tu rostro como si hubiera visto el rostro de Dios, pues me has recibido con tanto favor.
“Acepta, te ruego, mi presente que te he traído, porque Dios me ha favorecido, y todo lo que hay aquí es mío. E insistió con él, y Esaú lo tomó” (Génesis 33:10–11).
Tres elementos necesarios para vivir en paz
En esa ocasión, Jacob personificó un modelo de amor que, según he hallado, es la manera más eficaz de promover la reconciliación con aquellos que hemos dañado o que nos han hecho daño.
En el Salmo 85:10 se describen las condiciones de la reconciliación: “La misericordia y la verdad se encontraron; la justicia y la paz se besaron”. El acto pacificador de Jacob y Esaú cumple con las condiciones que se describen en Salmos.
Jacob y Esaú necesitaron valor para reconocer la verdad de que no eran enemigos, sino hermanos. Necesitaron misericordia para perdonarse el uno al otro. Jacob necesitó justicia —la clase de justicia que rectifica lo que nosotros u otros han hecho mal— para ofrecer a Esaú una parte de aquello con lo que había sido bendecido. Cuando esos tres elementos estuvieron presentes, pudieron vivir en paz.
Podemos poner en práctica el mismo modelo en nuestra vida.
Cuando estamos atrapados en un conflicto destructivo, nuestro temor al conflicto y nuestro miedo a los demás puede paralizarnos o hacer que actuemos de maneras que empeoran las cosas en vez de mejorarlas. A menudo nos justificamos pensando que cualquier cosa que hagamos para revertir el ciclo destructivo no dará resultado. Somos escépticos con respecto a que los demás pueden cambiar.
Sin embargo, el ejemplo de Jacob también nos ofrece una manera de superar ese tipo de conflicto. Jacob afrontó el miedo a su hermano y a tener un conflicto con él. En ese momento le preocupó más la supervivencia de la relación que la supervivencia personal, por lo que acudió a su hermano, ofreciéndole verdad y justicia por cualquier falta que hubíera cometido. El corazón de Esaú, que alguna vez había deseado matar a Jacob, se ablandó; en su lugar fluyeron la misericordia y la paz. Jacob halló la manera de amar a su enemigo y, al hacerlo, vio “el rostro de Dios” que le devolvía la mirada.
A pesar de la ansiedad que podamos sentir al afrontar un conflicto de esta manera, es mucho más eficaz para transformar dicho conflicto que cualquier otra cosa. El amor cristiano nos permite ver realmente a las personas con las que tenemos dificultades de un modo que nos cambia a nosotros y a ellas de forma fundamental.
Comentarios
Publicar un comentario
Si no ha ingresado previamente a su cuenta de Google/Gmail, al publicar su comentario se le pedirá ingresar a su cuenta. Nos reservamos el derecho de eliminar cualquier comentario si es polémico u ofensivo.